Zanzón escribió: ↑30 Abr 2023, 17:00
La deriva por momentos del hilo me trajo recuerdos de épocas ya bastante lejanas. Esto que voy a escribir es una chorrada, dudo que le interese a nadie pero ahí va, así de paso lo cuento porque creo que es algo que nunca comenté con nadie.
Cuando vivía en Cataluña, cosa ya conté algunas veces, mis amigos eran todo lo contrario que lo que se entiende como pijos. Vamos, al otro puto extremo. El tema es que allí, los "pijos" -que me parece un poco chorras llamarlos así pero pa entendernos- y nosotros teníamos vidas totalmente alejadas unos de otros, sin ningún tipo de trato, roce o conexión ni siquiera en los estudios. Vivíamos en dos putos mundos aparte y estoy por decir que si nos cruzábamos por las calles es que ni los veíamos. Eran como habitantes de otro planeta. Pero había una excepción que era la mía que sí tenía trato con ellos por el deporte. Tampoco mucha, en los entrenos hablábamos del equipo, eran muy correctos con este tema, también porque les interesaba ya que tenía bastante más experiencia que ellos e intentaban fijarse y aprender pero nada más. El tema es que entre ellos sí veía el trato que tenían y solo hacía que reafirmarme en que aquella gente eran de otro planeta. Me hacía mucha gracia que cuando iba un colega a buscarme, si me veía salir del pabellón cruzando alguna palabra con cualquiera de ellos, mi colega, el que fuera, los miraba como si reparase en ellos después de mucho tiempo. Como diciendo, hostia, mira esta gente, no macordaba que existían. Los tipos pa que os podáis hacer una idea, porque en Cataluña los pijos son un rollo distinto al de otras partes de España, eran un híbrido entre un anuncio de Benettón -era la época- y el Piqué haciendo el notas por Ibiza. Nosotros, si se lo preguntaráis a ellos, simplemente una panda de chiflaos y delincuentes con bastantes probabilidades de acabar muertos de jóvenes o en la cárcel o cosas de esas. Algo de razón tenían pero seguramente no tanta como pensaban de aquella.
Bueno, el tema es que un día volví pa Gijón y aquí mis colegas, también lejos de ser pijos eran gente, digamos, más "normal", de barrio pero como la gran mayoría de gente que hay en Gijón. Y macuerdo el primer día que salí por ahí con ellos y si no pensé que íbamos a tener hostias diez veces, no lo pensé ninguna. Y todo porque uno de vez en cuando miraba pa un grupo de tíos y empezaba a murmurar que si "pijos de mierda" y cosas pol estilo y yo, acostumbrado a otra cosa, tal como lo veía de encendido, pensaba que iba a ir pa donde estaban los pijos estos y les iba a solmenar sin más y además sus razones tendría. Pero no, no pasó nada. Y luego, con el paso del tiempo, me fui dando cuenta que pa la gente aquí los pijos no eran invisibles, más bien objeto de bastante atención. Pero lo más llamativo y que tampoco tardé mucho en notar es que aquí to dios, sin la más mínima excepción, tenía bastante de la forma de ser de aquellos pijos de mi equipo. Es curioso como, lo que odias, o desprecias, si se prefiere la palabra, acaba integrándose en lo que eres. Y también son curiosas las chorradas que me da por escribir. Lo siento de verdad.